LABORATORIOS COMUNITARIOS DE ECONOMÍA LOCAL

En la medida que los ciudadanos se van haciendo más pobres y los banqueros más ricos, aparecen nuevas propuestas para organizarse al margen de los Poderes Establecidos.

Nos dicen que no hay dinero para prestarnos ni para incentivar la economía y, sin embargo, los bancos que siguen teniendo beneficios astronómicos todos los años y las grandes empresas multinacionales, sin escrúpulos, van exprimiendo a las personas que no llegan economicamente a fin de mes. Hacía mucho tiempo que no veía tal falta de humanidad en los responsables políticos y en los dirigentes económicos. Mientras tanto nos siguen engañando a través de la televisión con programas basura llenos de contenidos violentos y estúpidos.

¿Os habéis preguntado porqué no aparecen en televisión los grandes magnates del dinero?
Por ejemplo ¿os habéis cuestionado porqué no aparece en televisión el sr. Botín hablando de su vida privada y sus problemas?
Existe un plan premeditado por detrás de estas actuaciones...



Richard Heinberg

Richard Heinberg, escritor estadounidense especializado en el peak oil publicaba en agosto 2010 un artículo en el que exponía la necesidad de crear lo que denominaba “laboratorios comunitarios de economía local”, unos centros sociales que reunieran a ONGs, organizaciones sin ánimo de lucro, agencias estatales e iniciativas particulares para prestar una serie de servicios sociales a un número creciente de ciudadanos y familias en una situación económica precaria.


A medida que EEUU se adapta a una nueva realidad en la que escasean los préstamos, los precios de la energía son cada vez más elevados, el desempleo no cesa de aumentar, al igual que el número de personas desprovistas de un hogar, y el estado recauda cada vez menos dinero a través de los impuestos, surge la necesidad de encontrar nuevas estrategias que ayuden a un número cada vez mayor de ciudadanos a sobrevivir con unos mínimos ingresos.

Las políticas nacionales diseñadas para facilitar el crédito, reducir los intereses sobre las hipotecas o ayudar económicamente incluso prolongando los subsidios sociales pueden servir de apoyo a corto plazo, pero a largo plazo será necesario encontrar soluciones locales a las diversas necesidades, y tendrán que hacerlo las organizaciones no gubernamentales, en gran medida llevadas por voluntarios, las cooperativas, las agencias y los programas de colaboración entre entidades públicas y privadas.

Una estrategia que merece la pena tener en cuenta es la creación de una red nacional mínimamente coordinada de Laboratorios Comunitarios de Economía Local (LCE). Se sugiere el término “laboratorio” debido a que los servicios que se deberán prestar a las comunidades en las circunstancias económicas, enormemente inestables, pueden no ser evidentes e incluso resultar muy novedosas o desconocidas en principio: será necesario llevar a cabo muchos experimentos. Sin embargo, no es en absoluto imprescindible, ni siquiera importante, que estas entidades adopten este término. Algunas comunidades pueden preferir nombres ligeramente diferentes por motivos políticos: Laboratorio de Empresa Local, por ejemplo, podría ser un nombre más adecuado en ciertos estados.

En cualquier caso, el objetivo de los LCE sería aumentar la resiliencia personal y comunitaria. Mientras la mayoría de los bienes y servicios destinados a los ciudadanos tradicionalmente han sido provistos en forma de operaciones mercantiles basadas en puestos de trabajo e interacciones comerciales entre individuos y empresas con ánimo de lucro, incluso en los buenos tiempos algunos individuos de forma ocasional (otros de forma permanente) han necesitado recibir una asistencia especial, lo que a menudo se presta a través de una organización sin ánimo de lucro o un programa gubernamental. Especialmente en tiempos difíciles, tales como los que la nación ha empezado a vivir, un gran número de ciudadanos y familias pierden sus trabajos y sus fuentes de ingreso, así como el acceso a los bienes y servicios que la economía de mercado hasta entonces les proveía. Al mismo tiempo, la sociedad ejerce una enorme presión sobre los ya raquíticos estados para que estos provean los servicios mínimos a una gran masa de población desempleada que tiende a aumentar.

Es precisamente en estos momentos cuando sería oportuno investigar nuevas e innovadoras formas de fomentar la autosuficiencia mediante la coordinación de las cooperativas, organizaciones sin ánimo de lucro, entidades mercantiles y agencias gubernamentales que surgen en unas condiciones locales únicas y están adaptadas a ellas. 

Los fundamentos de la estrategia son sencillos: un LCE sería un centro local multifuncional que ayudara a la gente que se encuentra afectada por los tiempos difíciles. Lo haría ofreciendo diversos servicios, así como oportunidades de superación personal, formación, creación de empresa y compromiso comunitario.


Algunos ejemplos de los servicios que podría ofrecer un LCE:

• Una cooperativa de alimentos
• Un comedor público
• Un centro para la elaboración, la conservación y el almacenamiento comercial de alimentos, disponible a bajo coste (o a cambio de otro servicio) para los productores locales a pequeña escala.
• Un huerto comunitario con lechos independientes disponibles para el alquiler temporal, y otros comunitarios para abastecer al comedor público
• Un centro de salud que ofrezca clases gratuitas o de bajo coste sobre disciplinas que ayuden a lograr el bienestar, como son nutrición, cocina y yoga
• Un ambulatorio gratuito (o a cambio de otros servicios)
• Servicios de asesoramiento y de salud mental
• Una biblioteca práctica
• Un centro de trabajo que relacione a aquellos individuos que poseen ciertas habilidades y no las utilizan con las necesidades de la comunidad – el trabajo puede compensarse económicamente o mediante intercambios
• Una asesoría legal
• Un centro de reciclaje que transforme los desechos en recursos de diversa índole, incluido el compostaje y la reutilización de restos
• Un sistema de préstamos que ofrezca intereses bajos o incluso ningún interés (como el banco JAK en Suecia)
• Un centro de creación de empresas
• Una agencia de moneda local
• Un centro de desarrollo del transporte local que incluya un servicio de compartir vehículo, una cooperativa de bicicletas y un intercambiador
• Un centro de gestión de alojamiento que ponga en contacto los hogares disponibles con gente que necesita un techo, incluyendo alquileres y posibilidades de ocupación organizada y legal en propiedades embargadas, así como otras formas de compartir alojamiento
• Un centro comunitario de formación que ofrezca clases gratuitas o de bajo coste sobre materias útiles para la nueva economía, incluyendo horticultura, conservación de la salud, aprovechamiento de recursos, conservación de la energía, aislamiento climático, etc.

No es imprescindible que el LCE cuente con una localización física única en la comunidad, pero supondría una enorme ventaja si ocupara un lugar conocido y accesible: los individuos y familias que se han quedado sin trabajo o sin hogar recientemente podrían encontrarse desorientados, con problemas de movilidad y quizás les resulte imposible acceder a una serie de servicios y centros de ayuda geográficamente dispersos.

Muchas ciudades, debido a la recesión, ya cuentan con gran cantidad de espacio comercial libre en sus centros. Si un LCE consiguiera instalarse en un edificio emblemático vacío que antes fuera la sede de un banco o de unos grandes almacenes, por ejemplo, esta presencia física ofrecería una credibilidad arquitectónica al esfuerzo que los miembros de la comunidad están realizando para unirse y ayudar a sus vecinos. Otras posibilidades incluyen un centro comercial abandonado o una nave comercial.

Al igual que un centro comercial, un LCE tendría mayor éxito si estuviera anclado por dos o tres grandes organizaciones, una de las cuales podría ser una cooperativa de alimentos o un comedor público, una agencia de prestación de servicios a la comunidad, una entidad crediticia o una cooperativa de transporte. Otros espacios más pequeños podrían ser alquilados u ofrecidos a cambio de prestaciones de servicios a organizaciones sin ánimo de lucro y a cooperativas emergentes de diversos tipos.

El proyecto en sí necesitaría estar encabezado por una organización local sin ánimo de lucro, cooperativa o agencia de servicio de algún tipo. Las asociaciones comunitarias son ideales para llevar a cabo esta tarea, pero también otras organizaciones locales podrían cooperar o adoptar el liderazgo.

El hecho de denominar a estos LCEs de forma uniforme en todo el país tiene mucha menos importancia que el sentido comunitario de pertenencia a un laboratorio de cooperación único y de éxito. Sin embargo, una red nacional podría ayudar a diseminar de forma rápida los mejores métodos, los casos de éxito, los retos y otra información relevante.

El primer paso para iniciar esta estrategia sería identificar los modelos ya existentes, para pasar al posterior lanzamiento de uno o más proyectos piloto.

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